martes, 16 de octubre de 2012

Historias de un Máster. Capítulo I

Durante el cuso pasado, un amigo mío estuvo haciendo el primer año de un máster en la universidad. Cada vez que contaba cosas de cómo le iba yo pensaba y le decía: "esto merece un blog, esto hay que contarlo".

No lo hice, y me arrepiento: se ha perdido para siempre una crónica real de una realidad surrealista. Por eso hoy, en que mi amigo empieza, en estos momentos, el segundo año del máster, me he propuesto intentarlo. Es probable que no dure mucho, no puede ser tan estupefaciente como lo del año pasado; pero a ver.

Por ejemplo, el año pasado, el primer día del máster, mi amigo, llamémosle Blas, en honor al alter ego de Epi, se encontró con un aula repleta de gente perfectamente trajeada y elegante, "lo que imaginaba de lo que me habían contado del IESE y sitios así", me dijo, él, que iba en traje de faena. Preguntó si estaban allí por el máster: "No, nosotros estamos por lo del proceso de selección del Carrefour". Los del máster estuvieron tres cuartos de hora dando vueltas por la facultad en busca de un lugar donde cobijarse.

Es casi imposible que hoy suceda algo mejor; aunque Blas ya me ha avisado de que han trasladado el máster de la facultad a una escuela de salud pública, de esas que han proliferado en nuestro tambaleante sistema público sanitario.

Recuerdo que otro amigo estuvo una vez en una conferencia en esa misma escuela de salud, en una especie de aula-taller que parecía más la de un colegio de primaria de serie americana que otra cosa. Nada extraordinario sino fuera porque estaban rodeados de kits educativos consistentes, básicamente, en penes de plástico enhiestos sobre unas peanas.

A ver qué nos cuenta Blas cuando vuelva.

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